Quisiera no haberme demorado tanto en escribir esta nota
sobre el viaje de TITERIKE a Cochabamba, pero son tantas las emociones y las
experiencias allí vividas que fue necesario dejar reposar un poco las ansias y
así escribir con más lucidez y objetividad sobre lo vivido durante una semana
en Bolivia.
El viaje se gestó por iniciativa y voluntad de un gran
amigo, el Padre Pablo Sykora de la Orden de Melynor, que durante mucho tiempo
ejerció su trabajo pastoral en nuestra región y que ahora está radicado en Cochabamba,
en el Barrio de la Vera Cruz, zona de la periferia de la ciudad.
Fue una gran y valiosa gestión la de Pablo, y gracias a ella
pudimos llegar desde Temuco hasta la gran ciudad de Cochabamba, viajando en bus
y en avión durante casi 36 horas.
Una vez en la ciudad disfrutamos de la hospitalidad y la
amistad gigante de Pablo y de sus amistades que comparten con él el trabajo
pastoral en la parroquia de la Santa Vera Cruz. Un lugar donde se da apoyo
escolar a niños y niñas, además de almuerzo y actividades formativas y
recreativas, todas ellas bajo la atenta supervisión de Jhoanna, una bella y muy
simpática nueva amiga que hemos hecho.
Estuvimos realizando varias presentaciones en diferentes
lugares, asi como talleres para jóvenes y adultos. Conocimos la obra que
realizan los Melynor allí, especialmente el trabajo de Pablo y el del Padre
Pancho donde también estuvimos con nuestros títeres.
Conocimos los avances del Centro de Investigación
agropecuaria de la Universidad San Simón, sus huertos libres de pesticidas y
transgénicos, sus criaderos de cuyes, etc.
Conocimos también el trabajo del Padre Guillermo, un
sacerdote jesuita quechua, en el Santuario de la Vera Cruz. Allí también
compartimos funciones y talleres con sus jóvenes de catequesis.
Y el tiempo para el turismo no faltó, y viajando en el
“Herbie” del Padre Pablo, un VW escarabajo a todo terreno, llegamos hasta
Tarata, ciudad cuna de varios presidentes de Bolivia. Un lugar que mantiene
calles y rincones de la Bolivia colonial. Probamos también deliciosos pescados,
como el Surubí y el chicharrón de Tacú, en un restorán caminero propiedad de
otro nuevo amigo, un paracaidista y empresario boliviano que nos relató tantas
y entretenidas anécdotas que hicieron muy ameno nuestro almuerzo.
De todo lo vivido en esos días, quizás lo que más llena el
corazón es recordar las sonrisas y el cariño de los cientos de niños y niñas
que disfrutaron nuestro espectáculo. Sus risas, sus gritos, sus abrazos después
de la función, la curiosidad que brillaba en sus ojitos cuando veían nuestros
muñecos, el asombro y la gratitud que mostraban nos llenó el alma de alegría.
Estas experiencias refuerzan y fortalecen nuestra voluntad
de seguir en este amado oficio, Y personas con Pablo Sykora, que creen en estas
artes y se esfuerzan por compartirlas con los suyos nos renueva la fe en las
personas y en su afán por cambiar este mundo hacia uno mejor, más justo, mas
solidario y más feliz. Especialmente hacia los niños y las niñas.
Todo nuestro amor y gratitud para Pablo, para Jhoanna, para
los sacerdotes Alejandro, Guillermo y
Francisco, para los profesores y profesoras que conocimos en Cochabamba, a los
amigos y amigas nuevos y en especial a todos los niños y niñas que esperamos
pronto volver a ver.
Larry
Malinarich
Director
TITERIKE
Nov. 5 -
2012
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